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La Esmerada, medio siglo de tradición musical en el corazón de Barranquilla

Por Carlos A. Sourdis Pinedo






Hace ya casi medio siglo que Ramiro Hernández y su esposa Marina Osorio llegaron a Barranquilla, provenientes de Antioquia y con intenciones de montar un local para la compra y venta de oro en el Centro de Barranquilla.

Y eso hicieron. 

Pero después de ser víctimas de unos cuantos atracos e intentos de atraco, y de que el señor Hernández estuviera a punto de perder la vida en uno de ellos, decidieron que sería mejor darle otro uso al local recién adquirido en la calle 33 con la carrera 42, en la primera planta de uno de los edificios patrimoniales del entorno de la Iglesia y de la Plaza de San Nicolás.

La tradición musical viva en las familias de ambos les decidió a intentarlo con otro tipo de compra- venta, la de instrumentos musicales. Fue entonces cuando nació La Esmerada, un oasis acústico en medio del ajetreo que se impone en ese sector hoy en día, del calor y la cacofonía de los gritos de vendedores ambulantes y no ambulantes amplificados por altavoces: “¿A cómo?”... “Cinco mil pesitos, cinco mil pesitos”.

Hoy en día, La Esmerada cuenta con una afianzada y fiel clientela, no sólo en Barranquilla sino en toda la Región Caribe colombiana gracias a su surtido de instrumentos propios del folclor de esta región.

Estas características y una política de precios asequibles “no sólo han convertido a La Esmerada en uno de los lugares favoritos para las bandas de mariachis, grupos de millo y conjuntos de serenateros de la ciudad, sino además en centro de distribución para otros almacenes musicales de toda la costa”, dice Alejandro.

También ha influido el servicio de mantenimiento, reparación y reemplazo de piezas de instrumentos, según me cuenta Luz Marina Hernández, hija de la pareja fundadora, que hoy lleva las riendas del negocio con la estrecha colaboración de sus hijos Alejandro y Daniel Manrique.

Otro de sus fuertes es la venta al detal de partes de instrumentos para reparaciones. “Creo que somos el único almacén que tiene este servicio”, comenta Daniel. “En otros almacenes no te venden al detal ni siquiera las cuerdas de las guitarras”.

Hay que tener en cuenta, además, la atención personalizada. Es un hábito de los clientes que ya conocen el lugar quedarse a tomar un tinto para charlar o participar en improvisadas tertulias, a veces durante horas, ambientadas por las dulces tonadas con que el maestro y luthier Nicanor va probando las guitarras que la clientela le confía para su reparación.



Este último recuerda que, en materia de guitarras, las colombianas, de las cuales La Esmerada vende en todos los precios y calidades, son muy buenas. “Están fabricadas con excelentes maderas y se han ganado una fama a nivel internacional bien merecida, especialmente las de los santanderes, las de Antioquia y las de Cundinamarca”.

Analizando socialmente el panorama de los músicos, Luz Marina Hernández considera que tendría que existir mucha más ayuda del gobierno porque “el músico costeño pasa muchos aprietos; a veces, cuando se le pone la mano muy difícil, viene alguno y me dice, ‘vengo a ver si me regala un encordadito porque no pude recolectar’, y ante esta situación hemos mantenido siempre un stock para regalo, dentro de nuestras posibilidades”.

EXPANSIÓN Y MODERNIZACIÓN

Daniel Manrique Hernández tiene en mente ‘modernizar’ este tradicional almacén y ampliar los canales de distribución. Por lo pronto lo ha conectado a las redes sociales para mejorar la atención a los clientes y para quienes La Esmerada es un centro proveedor. “Se puede hallar en Instagram como Almacén Musical Esmerada”.

Y Alejandro, ingeniero electrónico, también tiene planes para afianzar a La Esmerada en el mundo digital y el ciberespacio. Este relevo generacional prácticamente asegurado es motivo de orgullo y de tranquilidad para Ramiro Hernández y Marina Osorio, los abuelos fundadores, quienes permanecen en casa desde hace un año, observando los protocolos de la cuarentena para la gente mayor impuesta por la pandemia del covid 19.

Con su medio siglo de existencia, La Esmerada es por derecho propio uno de esos lugares del Centro de  Barranquilla que contribuyen al mantenimiento de las tradiciones y que forman parte de una red de vivencias y saberes ancestrales que enriquecen el patrimonio cultural intangible de la ciudad.





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