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El Niño Dios de última hora



Por Carlos A. Sourdis Pinedo

“Dios bendiga a Colombia”, son las palabras de agradecimiento de Carlos Pérez, quien llegó a Barranquilla hace cinco años, procedente del Estado de Lara (Venezuela) y en busca de mejores condiciones de vida. Recuerda que, tras llegar a nuestro país, inició un negocio de venta de agua con cinco mil pesos.

“Al cabo de un mes ya había podido ahorrar tres millones de pesos”, dice, explicando que para lograr esto es necesario mucho trabajo, disciplina y “sobre todo no gastarse el dinero en ron ni aguardiente ni otras pendejadas”. Es así como contribuye con la manutención de los parientes que dejó en la castigada Venezuela.




Ha sido uno de los aproximadamente ochenta favorecidos durante un sorteo mediante el cual la Alcaldía Distrital dio acceso a que una parte de los vendedores ambulantes especializados en juguetería se instalaran, desde el pasado 18 de diciembre, en la ‘Feria Navideña’ del 2020.

Pérez se siente emocionado además porque el elemento típico de la juguetería venezolana que ha importado este año, consistente en un juego musical compuesto por un cuatro (cordófono típico de la música llanera venezolana), un tamborcito y un par de maracas envueltos en una malla, “ha sido todo un éxito”. De los cien que trajo, ya sólo le quedaban 40 para la mañana del 23 de diciembre.


La feria, instalada en el parque que se encuentra en la parte posterior del antiguo Edificio de la Caja Agraria (hoy ‘Torre Manzur’) ha sido un éxito, a pesar de las restricciones impuestas a los horarios este año, como medida de precaución para evitar en lo posible la propagación del pandémico virus covid 19. “El año pasado podíamos cerrar la actividad a la una de la madrugada; este año es obligatorio suspender la actividad a las 10:30 pm.”, informó Joao Bonilla, de Soledad, quien también se siente afortunado de haber podido aprovechar la iniciativa de la Alcaldía.

Y la feria es también una solución efectiva para los padres de familia que tuvieron que esperar hasta última hora (“hasta cobrar las primas”, dice uno de ellos), para poder cumplir con la ceremonia del Niño Dios o simplemente para regalar aguinaldos a sus menores queridos.

“No es que uno quiera dejar las cosas para última hora, es que el 2020 ha venido con muchas dificultades”, dice Maritza Bueno, quien sostiene varios paquetes con una mano y con la otra un triciclo.



Ese es el ambiente que se vive dentro de la Feria Navideña, pero los 230 vendedores ambulantes y aquellos que ni siquiera se inscribieron al sorteo organizado por la Alcaldía, dominaban las esquinas y puntos estratégicos para instalar ventas de juguetes en el Paseo Bolívar. Arriesgándose, eso sí, a que se les imponga una multa e incluso al decomiso de su mercancía.

Sin embargo, tal parece que el espíritu navideño ha permitido la celebración de una tregua no oficial ni escrita entre estos vendedores menos favorecidos y los agentes de la Oficina de Espacio Público de la Alcaldía Distrital, pues ayer el Centro de Barranquilla, en especial los alrededores del Paseo Bolívar, parecían una gran juguetería.




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